viernes, 6 de noviembre de 2015

ARISTÓTELES Y LA ÉTICA



La ética es una rama de la filosofía que abarca el estudio de la moral, la virtud, el deber, la felicidad y el buen vivir. El estudio de la ética se remonta a los orígenes mismos de la filosofía en la Antigua Grecia, y su desarrollo histórico ha sido amplio y variado.
La ética trata de los comportamientos de los hombres y de la relación que éstos tienen unos con otros a partir de una naturaleza compleja que les es propia, el carácter.
Uno de los primeros hombres en tratar de sistematizar esta naturaleza con el fin de explicar los comportamientos de los hombres, fue Aristóteles, el cual para muchos es el más grande pensador y filósofo de la antigüedad. Fue el quien estableció en forma definitiva la filosofía como una rama principal del conocimiento, integrada al sistema general del saber humano; sus obras fueron dispuestas en lo que se conoce como el “Corpus aristotelicum”, el cual comprende cuatro grandes grupos de obras y uno de estos grupos comprenden las obras dedicadas a los asuntos morales, políticos, de poética y de retórica, los cuales son: la “Ética a Eudemo”, la “Ética a Nicomaco”, la “Ética mayor” o “Gran moral” (cuya autenticidad se discute), la “Política”, la “Poética”, la “Retórica” y “La Constitución de Atenas”.
La Ética nicomáquea, es considerada como el más importante tratado de ética de Aristóteles, la cual se basa en la premisa de que todo ser humano busca la felicidad (ética eudemónica). Es por ello que Aristóteles es considerado el fundador de la ética como disciplina filosófica que busca alcanzar, definir y distinguir los conceptos del bien y del mal, de la virtud y del vicio; y que se ocupa del estudio del accionar humano, frente a sí mismo y a sus semejantes. Que examina las cuestiones relativas a su libertad, su albedrío, de su valoración moral y de las responsabilidades frente a las consecuencias de la propia conducta, ya sea para sí mismo como para los otros hombres.
Aristóteles, dirigió sus reflexiones acerca de los asuntos éticos en forma tal que no solamente puede decirse de él que le dio categoría propia como disciplina filosófica, sino que identificó y analizó prácticamente todos los problemas éticos: como las relaciones entre las normas y los bienes, entre la ética del individuo y la social, entre la vida teórica y la vida práctica, y especialmente la cuestión de la clasificación de la jerarquía de los valores hacia los cuales tiende el hombre y que da la medida de la moralidad de sus actos.
Según Aristóteles, la virtud respecto de una cosa es aquello que es su bien; pero no entendido como un bien general o supremo, sino su bien propio y específico. La virtud es lo que completa y perfecciona esa cosa, que hace que la cosa sea más propiamente lo que ella es. Cuando ese concepto de virtud se traslada al hombre, es el poder más propiamente humano, lo que caracteriza al hombre; y por lo tanto es extensiva a todas las actividades humanas y no solamente a las morales.
Precisamente, para Aristóteles las virtudes éticas son aquellas que se aplican en la práctica de la vida y en vista de la persecusión de un fin; en tanto que las virtudes propiamente intelectuales las consideraba como virtudes dianoéticas:
La ética de Aristóteles es eudemonista, porque toma en consideración los fines que el hombre tiene como motivantes de sus conductas. Para él, el fin último del hombre es obtener la felicidad.
La felicidad no consiste en un estado afectivo, ni radica en los placeres; porque esas cosas son extrínsecas al hombre. Los honores (fama, status, prestigio, éxito), no son fines sino medios; que pueden conducir a la felicidad o no, dependiendo del modo en que sean usados. El hombre debe buscar la felicidad en la vida intelectual. La felicidad consiste en el ejercicio de la libertad suprema del hombre, que resulta de vivir conforme a su naturaleza. Debe tener una vida intelectual, consistente en el desarrollo y perfeccionamiento de la capacidad racional; y una vida virtuosa, consistente en el desarrollo y perfeccionamiento de la voluntad. Aristóteles percibió que no todos los seres humanos son iguales en su capacidad de desarrollar su capacidad intelectual; y que, por lo tanto, no todos pueden alcanzar la felicidad en el mismo grado.

LA ÉTICA Y LA MORAL


LA ÉTICA

Es una ciencia práctica, por lo tanto, está hecha para ser encarnada en la conducta humana. Lo normal de derecho pide su realización hasta convertirse en lo normal de hecho. La obligatoriedad de esa presión por parte de la razón, para que la voluntad escoja el valor propuesto. La realización de la moral se puede estudiar bajo varios aspectos. El principal es la serie de deberes que en concreto se imponen a cada persona en relación con los demás hombres, consigo misma, con Dios, con la sociedad, como profesional, etc. Pero antes de estudiar los deberes del hombre debemos mencionar y describir las propiedades de un acto honesto que forma parte de la conducta humana.  
La ética, sin embargo, no prescribe ninguna norma o conducta ni manda o sugiere directamente qué se debe hacer. Su cometido, aunque pertenece al ámbito de la praxis, es mediato, no inmediato, y consiste en aclarar qué es lo moral, cómo se fundamenta racionalmente una moral y cómo se ha de aplicar esta posteriormente a los distintos ámbitos de la vida social. 

LA MORAL

El término Moral, etimológicamente, proviene de la palabra latina "mores", que significa costumbres. En el habla corriente, ética y moral se manejan de manera ambivalente, es decir, con igual significado. Sin embargo, analizados los dos términos en un plano intelectual, no significan lo mismo, pues mientras que La moral tiende a ser particular, por la concreción de sus objetos, la ética tiende a ser universal, por la abstracción de sus principios.
La Moral tiene una significación más amplia que el vocablo de la ética. Esta por encima de lo físico. Lo moral en tal caso, es todo lo que se somete a todo valor. Inmoral se opone a todo valor. Hegel ha distinguido dos Moralidades: “considero que la mera buena voluntad subjetiva es insuficiente, es menester que la buena voluntad no se pierda en si misma o si se quiere, no tenga simplemente la conciencia de que aspira el bien”. Como el cumplimiento del deber (subjetivo) es abstracto. Para que llegue a ser concreto es preciso que se integre a la obediencia de la ley moral (objetivo) que se manifiesta moralmente objetiva a través de las normas, leyes y costumbres de la sociedad; para lograrlo es importante desde el punto de vista moral y para la convivencia en el planeta, el que predominen conductas del ser humano orientadas hacia tendencias más convenientes para desarrollo de la vida individual y social. Dicha tendencia se impone al individuo con carácter habitual y permanente, para que vaya aprendiendo a calificar sus propias acciones, constituyendo así el llamado sentido moral de los individuos. La conducta del ser humano refleja la moral individual y la moral individual es el fundamento de la moral social. Las acciones del ser humano, instintivas o habituales, espontáneas o reflexivas, son los elementos constitutivos de la conducta: este debe seguir las inducciones del sentido moral. 


La ética es una reflexión sobre el hecho moral que busca las razones que justifican que se utilice un sistema moral u otro e incluso que se aconseje. Por lo tanto, se podría definir la ética como aquella parte de la filosofía que ha de dar cuenta del fenómeno moral en general, que trata de la moral y de las obligaciones que rigen el comportamiento del ser humano en la sociedad. Aristóteles dio la primera versión sistemática de la ética. Es el compromiso efectivo del ser humano que lo debe llevar a su perfeccionamiento personal. Es el compromiso que se adquiere con uno mismo de ser siempre más persona. Se refiere a una decisión interna y libre que no representa una simple aceptación de lo que otros piensan, dicen y hacen.
 Cuando los valores, reglas y deberes morales están sujetos a un análisis ético, es particularmente importante su relación con los intereses humanos básicos compartidos por la población, independientemente de su entorno cultural. Los valores morales pueden cambiar y el razonamiento moral se pregunta si las actividades legitimadas tradicionalmente y en la práctica por la religión, el derecho o la política merecen ser reconocidas. En efecto, la evolución de la ética en el siglo pasado se ha caracterizado por la tendencia a cambiar los valores y derrocar las convenciones morales que han guiado las relaciones entre los sexos, entre los seres humanos y los animales y entre los seres humanos y su entorno. Una tarea más reciente de la ética consiste en ofrecer resistencia a esas tendencias a la mundialización, la comercialización y el dominio de la tecnología que erosionan la biodiversidad y aspectos valiosos de la identidad cultural y que incluso podrían llegar a amenazar los derechos humanos. Aunque estas tendencias se presentan a menudo como neutrales en relación con los valores, conllevan hipótesis ocultas que son posibles fuentes de desigualdad y abuso. 

COMPARACIÓN ENTRE ÉTICA Y MORAL





ÉTICA PROFESIONAL


La profesión se puede definir como ʺla actividad personal, puesta de una manera estable y honrada al servicio de los demás y en beneficio propio, a impulsos de la propia vocación y con la dignidad que corresponde a la persona humanaʺ.
En un sentido estricto esta palabra designa solamente las carreras universitarias. En sentido amplio, abarca también los oficios y trabajos permanentes y remunerados, aunque no requieran un título universitario.
El profesional debe ejercer su función desde la más estricta honradez y fidelidad a los principios. Junto a los conocimientos y habilidades para el buen desempeño, los profesionales deben caracterizarse por sus principios éticos y morales, por su honestidad a toda prueba, por su incorruptibilidad, por su disciplina, su espíritu colectivo, por su austeridad, modestia y estilo de vida sencillo.
El ejercicio profesional demanda un amplio campo de autonomía, tanto personal como del colectivo en su conjunto, cuyo correlato es la asunción de las responsabilidades inherentes al desarrollo de la actividad.
La experiencia ética en el campo de la profesión se relaciona, fundamentalmente, con tres ideas: la idea del deber, la idea del bien y la idea del sentido. Desarrollar una profesión es, de entrada, adquirir unos deberes y llevarlos a cabo mediante la intervención en un determinado ámbito de la sociedad. En segundo lugar, es intentar hacer un bien a un destinatario y, asimismo, a un conjunto social y, en tercer lugar, es construir prácticamente un sentido con la propia actividad, con la propia vida. Trabajamos por algún motivo, para conseguir un determinado objetivo, aunque no todos coincidamos en la razón o el motivo de nuestro trabajo. A veces, la profesión tiene un sentido intrínseco, es decir, por sí misma tiene valor. En otras ocasiones, la profesión tiene un sentido extrínseco, es decir, se le atribuye valor porque gracias a ella uno alcanza determinados objetivos ajenos a la profesión, pero que no podría alcanzar sin ella. La experiencia de la profesión, al igual que la experiencia ética, se relaciona en todo caso con estos tres conceptos: el deber, el bien y el sentido. Ser profesional, sea del sector que sea, significa asumir unos determinados deberes. La experiencia ética se refiere directamente a la experiencia del deber.


PRINCIPIOS ÉTICOS

Los llamados principios éticos pueden ser vistos como los criterios de decisión fundamentales que los miembros de una comunidad científica o profesional han de considerar en sus deliberaciones sobre lo que sí o no se debe hacer en cada una de las situaciones que enfrenta en su quehacer profesional. 
Entre los principios básicos tenemos: 
  • Principio de Humanización: En términos jurídicos podemos decir que es el derecho y la obligación que la persona tiene a desarrollarse en todos sus aspectos, en orden a una meta: ser plenamente lo que ya es. Este principio habla del hombre abierto a todos los valores y lo ubica en un horizonte sin límites; fundamenta y compendia los derechos humanos, por cuanto el hombre tiene el derecho y la obligación de desarrollarse en todos los campos.
  • Principio de Autonomía: Cada persona (adulta) posee el derecho irrenunciable a determinar y conducir su vida por sí mismo, y no se le puede privar de vivir una vida plena y autodeterminada. Al actuar se encuentra en una situación particular, única e irrepetible, que necesariamente influye en su acción, pero no necesariamente la determina.
  • Principio de Igualdad: Todos los seres humanos son iguales, tienen los mismos derechos y obligaciones, y forman un todo que podemos llamar familia humana. El axioma: “no hagas a otro lo que no quieras para ti”, expresa la estricta reciprocidad en las relaciones humanas. Exige una manera de pensar y de vivir.
  • Principio de Complejidad: la realidad es compleja, y el hombre debe actuar de acuerdo a lo que va conociendo de ella. La necesidad de tomar en cuenta el todo de la realidad surge de la realidad misma, a esta exigencia la llamamos “principio de complejidad”. Este es un principio analítico de carácter ético, que mira a la práctica y obliga al discernimiento. Hablamos de complejidad en atención a la naturaleza de las personas, de las situaciones y de la realidad.
  • Principio de Totalidad: La aplicación del principio supone una jerarquía de valores que se fundamenta en la naturaleza, en la realidad, y por eso no es arbitraria. Así como es necesario atender al todo de la realidad, por el principio de complejidad, es necesario atender al todo de la persona por el principio de totalidad. El principio de totalidad abarca el todo del ser, como también de la historia, y de las experiencias personales.
  • Principio de Solidaridad: cada persona ha de contribuir al bien común según sus posibilidades, de acuerdo con los diferentes estratos del bien común. Y tiene derecho a recibir de los demás todo lo que necesita para vivir y desarrollarse, si por justas causas él mismo no puede adquirir lo necesario.
  • Principio de Subsidiaridad: Este principio trae consigo la obligación de atender al desarrollo de la persona y de dejar en sus manos todo aquello que pueda realizar por sí misma. Es de suma importancia que la persona sea agente activo de su propio desarrollo, porque tratarla como objeto dentro de un plan sería despreciar su dignidad, su libertad y su responsabilidad.

LA MÍSTICA, LA ÉTICA Y LA PROFESIÓN



La MÍSTICA es esa fuerza interior que supera todos los obstáculos que aparezcan; que nos impulsa hacia delante con mayor pujanza, para lograr los objetivos de nuestra causa; que nos mantiene inconformes porque día a día aspiramos a algo mejor; que nos permite ser severos para juzgar nuestras deficiencias y enmendarlas; que nos demuestra en cada compañero algo o mucho aprovechable a nuestra magna obra; que nos afianza minuto a minuto la convicción de que estamos en lo cierto y que hacia lo cierto debemos conducir a quienes dudan o desconocen la excelencia de nuestra verdad; que nos infunde la conciencia del deber; que nos conduce plenos de satisfacción al lado de quienes requieren de nuestros servicios; que nos compensa por sí misma todos nuestros sacrificios y nos ilumina todos los senderos; esa voz interior que nos llama a donde se nos necesita; que marca siempre el lindero entre el bien y el mal; que nos hace sinceros de toda sinceridad y honestos de toda honestidad; que nos alerta ante el peligro y nos mantiene vivos en la mente y en el corazón los principios fundamentales de ética personal y humana; que nos permite devolvernos de mitad de camino y que nos señala el derrotero de la equidad y del equilibrio social.

MÍSTICA LABORAL

La mística laboral no es otra cosa que trabajar en plenitud. Eso implica que el trabajador actúe en primera persona, para que conjuntamente con obtener un desarrollo profesional y material se active también su inteligencia práctica, coexistiendo funcionalmente intercomunicado además con los restantes miembros de la organización, como también con las dinámicas macroeconómicas y sociopolíticas externas a la empresa. Actuar simultáneamente en ese triple escenario es indispensable para activar el entendimiento y poder abordar acertadamente cualquier nueva circunstancia. Trabajar bien es un asunto que rebasa por lejos el tema remuneracional o el de la calidad organizacional. Corresponde al ámbito espiritual del hombre, cae bajo la esfera de la intencionalidad y de las acciones prácticas pronta y eficientemente ejecutadas. La intencionalidad es absolutamente clave en toda operatoria humana; dota de contenido y valor personal a las acciones, genera el protagonismo, la anticipación, la responsabilidad, y es moderadora per se de la inteligencia aplicada a la acción. Debe comprometer a la persona multidimencionalmente, dando al trabajador, cualquiera sea su nivel de desempeño, un rol protagónico, que lo perfeccione moral, profesional, social y económicamente. 

EL CÓDIGO PERSONAL DE ÉTICA PROFESIONAL

Es, del conjunto de valores que contiene el código personal de conducta, que surge el llamado código personal de ética profesional, que viene a ser un conjunto coherente de principios morales que expresan los valores que una persona acepta y desea hacer respetar en su vida profesional, el cual se expresa con una manera de actuar que es coherente, valga la redundancia, con el conjunto de valores morales que una persona ha asimilado a lo largo de su vida. 
La manera de formar un código personal de ética profesional, como expresión de la mística, es decir, de la vida espiritual de éste, varía de una persona a otra. No existe una fórmula única para expresarlo; pero, debe incluir el conjunto de principios éticos que la persona desea aplicar en el ejercicio de su profesión.
Hoy en día, la sociedad necesita de profesionales que vivan su propia profesión como una vocación de servicio, como ya lo habíamos mencionado anteriormente; lo cual se logrará formando, cada uno, un sólido código de conducta profesional. Sólo a través de tales personas será posible moralizar el mundo del ejercicio de la profesión y, especialmente del Derecho. Para que puedan perseverar, en el camino elegido, hace falta que los abogados busquen apoyo en personas que compartan sus valores y principios éticos. El secreto de la perseverancia está en caminar juntos; luchar solo agota a cualquier persona, pero, luchar acompañado, hace más fácil el seguir caminando.


REFLEXIÓN "LA FELICIDAD"


La felicidad no depende de lo que pasa a nuestro alrededor... sino de lo que pasa dentro de nosotros.

La felicidad se mide por el espíritu con el cual nos enfrentamos a los problemas de la vida.

La felicidad... ¡es un asunto de valentía!; es tan fácil sentirse deprimido y desesperado...

La felicidad... ¡es un estado de ánimo!; no somos felices en tanto no decidamos serlo.

La felicidad... ¡no consiste en hacer siempre lo que queramos!; pero sí en querer todo lo que hagamos.

La felicidad nace de poner nuestro corazón en el trabajo... y de hacerlo con alegría y entusiasmo.

La felicidad, no tiene recetas... cada quien la cocina con el sazón de su propia meditación.

La felicidad... ¡no es una posada en el camino... sino una forma de caminar por la vida!
Persigue tus aspiraciones y acércalas cada vez más a tu corazón.