viernes, 6 de noviembre de 2015

LA MÍSTICA, LA ÉTICA Y LA PROFESIÓN



La MÍSTICA es esa fuerza interior que supera todos los obstáculos que aparezcan; que nos impulsa hacia delante con mayor pujanza, para lograr los objetivos de nuestra causa; que nos mantiene inconformes porque día a día aspiramos a algo mejor; que nos permite ser severos para juzgar nuestras deficiencias y enmendarlas; que nos demuestra en cada compañero algo o mucho aprovechable a nuestra magna obra; que nos afianza minuto a minuto la convicción de que estamos en lo cierto y que hacia lo cierto debemos conducir a quienes dudan o desconocen la excelencia de nuestra verdad; que nos infunde la conciencia del deber; que nos conduce plenos de satisfacción al lado de quienes requieren de nuestros servicios; que nos compensa por sí misma todos nuestros sacrificios y nos ilumina todos los senderos; esa voz interior que nos llama a donde se nos necesita; que marca siempre el lindero entre el bien y el mal; que nos hace sinceros de toda sinceridad y honestos de toda honestidad; que nos alerta ante el peligro y nos mantiene vivos en la mente y en el corazón los principios fundamentales de ética personal y humana; que nos permite devolvernos de mitad de camino y que nos señala el derrotero de la equidad y del equilibrio social.

MÍSTICA LABORAL

La mística laboral no es otra cosa que trabajar en plenitud. Eso implica que el trabajador actúe en primera persona, para que conjuntamente con obtener un desarrollo profesional y material se active también su inteligencia práctica, coexistiendo funcionalmente intercomunicado además con los restantes miembros de la organización, como también con las dinámicas macroeconómicas y sociopolíticas externas a la empresa. Actuar simultáneamente en ese triple escenario es indispensable para activar el entendimiento y poder abordar acertadamente cualquier nueva circunstancia. Trabajar bien es un asunto que rebasa por lejos el tema remuneracional o el de la calidad organizacional. Corresponde al ámbito espiritual del hombre, cae bajo la esfera de la intencionalidad y de las acciones prácticas pronta y eficientemente ejecutadas. La intencionalidad es absolutamente clave en toda operatoria humana; dota de contenido y valor personal a las acciones, genera el protagonismo, la anticipación, la responsabilidad, y es moderadora per se de la inteligencia aplicada a la acción. Debe comprometer a la persona multidimencionalmente, dando al trabajador, cualquiera sea su nivel de desempeño, un rol protagónico, que lo perfeccione moral, profesional, social y económicamente. 

EL CÓDIGO PERSONAL DE ÉTICA PROFESIONAL

Es, del conjunto de valores que contiene el código personal de conducta, que surge el llamado código personal de ética profesional, que viene a ser un conjunto coherente de principios morales que expresan los valores que una persona acepta y desea hacer respetar en su vida profesional, el cual se expresa con una manera de actuar que es coherente, valga la redundancia, con el conjunto de valores morales que una persona ha asimilado a lo largo de su vida. 
La manera de formar un código personal de ética profesional, como expresión de la mística, es decir, de la vida espiritual de éste, varía de una persona a otra. No existe una fórmula única para expresarlo; pero, debe incluir el conjunto de principios éticos que la persona desea aplicar en el ejercicio de su profesión.
Hoy en día, la sociedad necesita de profesionales que vivan su propia profesión como una vocación de servicio, como ya lo habíamos mencionado anteriormente; lo cual se logrará formando, cada uno, un sólido código de conducta profesional. Sólo a través de tales personas será posible moralizar el mundo del ejercicio de la profesión y, especialmente del Derecho. Para que puedan perseverar, en el camino elegido, hace falta que los abogados busquen apoyo en personas que compartan sus valores y principios éticos. El secreto de la perseverancia está en caminar juntos; luchar solo agota a cualquier persona, pero, luchar acompañado, hace más fácil el seguir caminando.


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