La
MÍSTICA es esa fuerza interior que supera todos los obstáculos que
aparezcan; que nos impulsa hacia delante con mayor pujanza, para
lograr los objetivos de nuestra causa; que nos mantiene inconformes
porque día a día aspiramos a algo mejor; que nos permite ser
severos para juzgar nuestras deficiencias y enmendarlas; que nos
demuestra en cada compañero algo o mucho aprovechable a nuestra
magna obra; que nos afianza minuto a minuto la convicción de que
estamos en lo cierto y que hacia lo cierto debemos conducir a quienes
dudan o desconocen la excelencia de nuestra verdad; que nos infunde
la conciencia del deber; que nos conduce plenos de satisfacción al
lado de quienes requieren de nuestros servicios; que nos compensa por
sí misma todos nuestros sacrificios y nos ilumina todos los
senderos; esa voz interior que nos llama a donde se nos necesita; que
marca siempre el lindero entre el bien y el mal; que nos hace
sinceros de toda sinceridad y honestos de toda honestidad; que nos
alerta ante el peligro y nos mantiene vivos en la mente y en el
corazón los principios fundamentales de ética personal y humana;
que nos permite devolvernos de mitad de camino y que nos señala el
derrotero de la equidad y del equilibrio social.
MÍSTICA
LABORAL
La
mística laboral no es otra cosa que trabajar en plenitud. Eso
implica que el trabajador actúe en primera persona, para que
conjuntamente con obtener un desarrollo profesional y material se
active también su inteligencia práctica, coexistiendo
funcionalmente intercomunicado además con los restantes miembros de
la organización, como también con las dinámicas macroeconómicas y
sociopolíticas externas a la empresa. Actuar simultáneamente en ese
triple escenario es indispensable para activar el entendimiento y
poder abordar acertadamente cualquier nueva circunstancia. Trabajar
bien es un asunto que rebasa por lejos el tema remuneracional o el de
la calidad organizacional. Corresponde al ámbito espiritual del
hombre, cae bajo la esfera de la intencionalidad y de las acciones
prácticas pronta y eficientemente ejecutadas. La intencionalidad es
absolutamente clave en toda operatoria humana; dota de contenido y
valor personal a las acciones, genera el protagonismo, la
anticipación, la responsabilidad, y es moderadora per se de la
inteligencia aplicada a la acción. Debe comprometer a la persona
multidimencionalmente, dando al trabajador, cualquiera sea su nivel
de desempeño, un rol protagónico, que lo perfeccione moral,
profesional, social y económicamente.
EL
CÓDIGO PERSONAL DE ÉTICA PROFESIONAL
Es,
del conjunto de valores que contiene el código personal de conducta,
que surge el llamado código personal de ética profesional, que
viene a ser un conjunto coherente de principios morales que expresan
los valores que una persona acepta y desea hacer respetar en su vida
profesional, el cual se expresa con una manera de actuar que es
coherente, valga la redundancia, con el conjunto de valores morales
que una persona ha asimilado a lo largo de su vida.
La
manera de formar un código personal de ética profesional, como
expresión de la mística, es decir, de la vida espiritual de éste,
varía de una persona a otra. No existe una fórmula única para
expresarlo; pero, debe incluir el conjunto de principios éticos que
la persona desea aplicar en el ejercicio de su profesión.
Hoy en
día, la sociedad necesita de profesionales que vivan su propia
profesión como una vocación de servicio, como ya lo habíamos
mencionado anteriormente; lo cual se logrará formando, cada uno, un
sólido código de conducta profesional. Sólo a través de tales
personas será posible moralizar el mundo del ejercicio de la
profesión y, especialmente del Derecho. Para que puedan perseverar,
en el camino elegido, hace falta que los abogados busquen apoyo en
personas que compartan sus valores y principios éticos. El secreto
de la perseverancia está en caminar juntos; luchar solo agota a
cualquier persona, pero, luchar acompañado, hace más fácil el
seguir caminando.
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